“El miedo se ha convertido en una emoción primaria dominante en la sociedad actual. Tanto el temor que nace de las circunstancias colectivas -desastres naturales, guerras o crisis económicas-, como el que surge de nuestro interior, especialmente del cerebro -fobias ansiedad, angustia, pánico o incertidumbre”.
Parafraseando el título y uno de los párrafos del conocido libro del Dr. Jorge Tizón, eminente psiquiatra, psicoanalista y neurólogo de la Universitat de Barcelona, podemos constatar que de hecho, estamos conviviendo cotidianamente con el miedo, y más si tenemos en cuenta la elevada influencia que los medios generan en nuestro pensamiento y conducta, aumentando y magnificando nuestros temores.
Tal y cómo explica el Dr. Tizón, hace falta que situemos los temores en su justa dimensión, aprendiendo a identificarlos y a gestionarlos en nuestra vida cotidiana. Sólo así podrán disminuir de forma significativa, especialmente si también los trabajamos con terapias psicológicas basadas en los esquemas cognitivos, en la inteligencia emocional y en la psicología positiva.
Uno de los mecanismos básicos para gestionar el miedo, es entender que debe afrontarse, pero evitando exposiciones innecesarias y, sobre todo, sin dejarse llevar por las sensaciones corporales negativas que éste genera. En este sentido, son muy recomendables los ejercicios respiratorios antiansiedad.
Más allá de estos mecanismos terapéuticos de autogestión, evidentemente existen otros más estructurados y con un mayor alcance terapéutico, que se deberán aplicar cuando nos encontremos ante estados de miedos más patológicos, es decir, cuando el miedo adquiera un nivel y una relevancia tales, que paralicen y desadapten a la persona, generando un cuadro clínico que requiera una intervención profesional adecuada.
Pero en cualquier caso, si mantenemos una actitud de aceptación del miedo como la emoción humana normal y adaptativa que es, centrándonos en relativizarla y afrontarla cuando la notemos, tendremos buena parte del trabajo ya hecho.